domingo, 15 de julio de 2012

Lo sabes, ¿verdad?

-Sabes perfectamente como me haces sentir cada vez que me llamas de esa manera, deja de hacerte el tonto.
+¿Ehh? ¿Qué tonto?- mi cara se endureció.
-En serio, R.
+Solo lo sabré si me lo dices- dijiste poniéndote meloso.
Tu pelo negro carbón brillaba por la ducha que te acababas de dar. Tus ojos castaños también brillaban. Yo solo esperaba que fuera porque se te hubiera metido jabón en los ojos.
Solo somos compañeros de piso. No debí dejar que te instalaras.
-Si me miras así, ¿cómo quieres que te lo diga?- dije incapaz de levantar la mirada, tímida.
+Cuando te sientas preparada para decirme lo que sea, ya sabes donde estoy.- me guiñaste el ojo desde el pasillo, señalándome tu habitación.-Buenas noches, pequeña.- dijiste ya de espaldas.

Esa noche saqué la botella de ron de mi escondite en el armario de la cocina, me encerré en mi habitación y me hice una pequeña fiesta de autocompasion.
Odiaba sentirme sensible, vulnerable. Pero no podía evitar ser yo misma. No conseguía fingir un duro caparazón. *No vale la pena seguir pensando en ello* me dije a mi misma.

Cuando me harté de estar en mi habitación sin hacer nada, ni siquiera tuve que preguntarle a mi valor para ir hasta donde dormía R, levantar su edredón y acurrucarme a su lado.
-Buenas noches R.


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